Nostalgia: Pitirolos de la marca bb

Un "muchacho" tan guapo como este fue mi primera pareja de baile. En casa, mis hermanos mayores celebraban  Fin de Año con sus amigos: chicos y chicas vestidos con sus mejores galas. Ellas de largo y ellos de traje y corbata. Se bailaba suelto y también en pareja, aunque no agarrado como decíamos entonces, porque los papis estaban al final del pasillo. Y yo, que por aquel entonces era bastante pequeña, me uní a la fiesta con mi Pitirolo (sin s). Debo decir que estaba feliz, trasnochando y rodeada de tanta gente, aunque supongo que a mis hermanos no les debía hacer demasiada ilusión que la enana estuviese por allí. Bailé con mi muñeco, nos hicimos una foto con el grupo  y después nos marchamos juntos a dormir. 

Mi Pitirolo nunca tuvo otro nombre. Ni siquiera recordaba que su nombre real era Pitirolos y que había de muchos tipos: niños y niñas de distintas nacionalidades y razas. Pero también brujitas, abuelos y sobre todo payasos. Muchos payasos distintos. Mi Pitirolo fue también el de mi hermana mayor porque se abrazaba a él cuando tenía miedo por la noche. Pero un día Pitirolo salió de nuestras vidas y también de casa, esperando, en el hueco del árbol que teníamos enfrente, una nueva familia. Yo no lo vi allí. Ni tan siquiera lo supe hasta que pregunté por él bastante tiempo después cuando al buscarlo en el armario lo encontré vacío.

Pasaron muchos, muchos años. Un día, la carita de este Pitirolo apareció en una web de un país extranjero. No podía dar crédito a lo que veía: mi Pitirolo estaba ahí, tal y como yo lo recordaba, pero aún más nuevo y reluciente, dispuesto a bailar otra vez. Tardó mucho en llegar y ya estábamos impacientes. El paquete era grande por la caja, pero al abrirlo le dije a mi hijo de 10 años que estaba junto a mí, que no podía ser el mismo Pitirolo porque le veía demasiado pequeño. Mi hijo lo cogió en brazos y entonces, viéndoles juntos, me dí cuenta que el muñeco era el de siempre y que era yo la que había crecido. Ahora ya no hacemos tan buena pareja,  pero al mirar su carita vuelve, como si fuese ayer, aquella mágica noche de Navidad del año 1975.